Cuando un perro tiene limitaciones en su percepción del mundo su conducta puede alterarse, para ayudarle disponemos de diferentes herramientas de intervención comportamental.
La disminución de las capacidades auditivas y/o visuales no es algo excepcional como pudiera parecer en un primer acercamiento, sino algo frecuente en perros geriátricos, y, si tenemos la suerte de ver envejecer a nuestro perro, es casi seguro que tendremos que afrontar alguna de estar mermas.
1 Ayudas técnicas a la discapacidad
En primer lugar quiero mencionar las ayudas técnicas para asistir a perros con dis- capacidades sensoriales, porque a veces parece que todas las pautas que recomiende un comportamentalista tienen que ser conductuales, pero con frecuencia las ayudas técnicas están entre las más relevantes, las más sencillas y las que mejor pueden ayudar al perro a recuperar la seguridad en sí mismo y el interés por interactuar con su entorno.
Las dos ayudas técnicas más importantes de asistencia sensorial son los collares de vibración para perros que no oyen y los arneses táctiles para perros que no ven.
Los collares de vibración para perros que no pueden oír vibran de manera similar a como lo hace un móvil cuando pulsamos un botón en un mando a distancia. Esto sirve para informarle de que nos vamos a dirigir a él y/o para enseñarle acciones que debe realizar a distancia de su tutor, como acudir a la llamada o detenerse ante una situación de riesgo. La mejora que implica que podamos enseñarle consistentemente conductas como la llamada no es menor, un perro puede aumentar mucho su calidad de vida cuando puede ser soltado de manera segura en sus paseos. Es importante, debido a que el elemento sorpresa que supone la aparición de la vibración podría generar miedo en el perro, hacer una presentación adecuada de estos collares.
Recomiendo que el perro vea el collar en nuestra mano, promoviendo que lo explore y vea que vibra, para ello podemos poner también varios trocitos de comida en nuestra mano, junto al collar. Tras esta presentación (si resulta exitosa) podemos ponérselo y mantenerlo sujeto por la correa para bloquear respuestas reactivas que pudieran afectar la buena relación del perro con el collar, cuando esté atento lo activaremos y le ofreceremos algo de comida, después, al activarlo, es buena idea iniciar un trabajo de olfato. Cuando el perro reconoce la vibración, pero no se inquieta por su aparición sino que genera un estado emocional positivo, es cuando podremos iniciar la enseñanza de las conductas de manejo y convivencia con él.
Los arneses táctiles para perros con mermas severas en sus capadidades visuales llevan un arco delantero de material relativamente rígido fijado a un arnés “tradicional” que al tocar un obstáculo se lo trasmite táctilmente al perro, funcionando de manera equivalente a la de los bastones (o líneas) que usan las personas con discapacidad visual para transitar por las calles. Así se permite que los perros puedan gestionar su entorno físico sin tropezar, adaptarse a cambios de ubicación o modificaciones en su casa de manera rápida y emocionalmente segura. Estos arneses son una auténtica bendición para los perros que no pueden ver, algunos cambian por completo cuando empiezan a usarlo: perros que parecían retraídos o cuidadosos se descubren como activos, entusiastas y aventureros. Resulta muy emocionante estar ahí y ser parte del cambio hacia la felicidad con tan solo hacer una recomendación de compra.
Pero debe hacerse un proceso de adaptación al arnés, aquí el riesgo es que el perro, al moverse con libertad con él puesto, pueda golpear inesperada y fuertemente algo con el arnés y que se le trasmita una sensación desagradable, causando el efecto contrario al deseado. Pueden llegar incluso a no querer moverse tras topar violentamente contra algo.
Nos aseguramos de que las primeras informaciones recibidas desde el arnés sean suaves, claras y que se produzcan con el perro emocionalmente estable. Un paseo de la correa, con el perro tranquilo, en el que el arnés no golpee fuerte contra nada, sino asegurándonos de que haga contactos suaves suele ser suficiente. Pero si el perro es muy sensible podemos hacer un paso previo, que consistirá en moverle del arnés: el contacto agarrando nosotros el arnés y usándolo como “asa” para cambiar la dirección del paseo del perro es muy eficaz y le provee de una sensación no percusiva, óptima para evitar sobresaltos y malas experiencias iniciales.
2 Gestión de cambios
Pero, por supuesto, nuestro trabajo para mejorar la salud comportamental del perro con discapacidad visual no acaba con la recomendación de usar asistencias técnicas. Hay trabajo comportamental que hacer.
En perros con discapacidades sensoriales. la introversión o inseguridad son problemas emocionales causados con frecuencia por la falta de adaptación a su discapacidad y debemos atenderlos. En muchos casos es frecuente la necesidad de reconstruir en paralelo las bases sobre las que se sostiene su salud emocional.
2A Formas de acercamiento
Debemos buscar y sistematizar cómo acercarnos a los perros con discapacidades sensoriales, de manera que podamos ser percibidos lo antes posible, evitando aparecer de golpe a su lado o tocarles cuando no lo esperan.
Los perros con fuertes limitaciones auditivas o visuales (las dos discapacidades sensoriales más frecuentes) pueden sorprenderse o asustarse cuando hacemos un cambio en el entorno, al encontrarse de golpe a un sujeto social –nosotros, otra persona u otro perro- a su lado, o al notar que son tocados sin haber percibido el acercamiento de quien lo hace. Estas son situaciones potencialmente insalubres.
Las formas de acercamiento adecuadas son aquellas en las que el perro percibe con anticipación suficiente a los sujetos que se le acercan para evitar la sorpresa ante su aparición o contacto, idealmente deberían ser percibidos antes de entrar en su distancia de conflicto.
Por ejemplo, podemos acercarnos a un perro con discapacidad visual severa hablándole. Con un perro que no nos oye, el acercamiento será frontal, por delante, de manera que tenga ocasión de vernos.
2B Avisos
Los avisos son una forma importante de ayudar a gestionar los cambios, puesto que no siempre es posible que todo el mundo se acerque correctamente, debemos tener alguna forma de avisarle sobre la cercanía de un tercero que no conoce o no respeta la manera adecuada de presentarse ante el perro con discapacidad sensorial.
Un aviso es una información sensorial originalmente neutra que es presentada de manera no sorprendente antecediendo a una información sensorial que podría resultar sorprendente, de manera que el perro pueda aprender a prever la aparición de la información sensorial potencialmente sorprendente para gestionarla adecuadamente a nivel emocional y tener la posibilidad de responder a dicha aparición con conducta voluntaria y controlada.
Por ejemplo, un par de vibraciones cortas con un collar de vibración o tensar y destensar dos veces la correa con la que le estemos paseando pueden ser buenas maneras de avisar a un perro que no puede percibirlo de que se le acerca un individuo, pudiendo así localizarlo y prepararse para la interacción con él. En cada caso y situación debemos diseñar formas de aviso suficiente para evitar (o al menos minimizar) las sorpresas sociales. Recordemos que es un recurso recurrente (y eficaz) en las películas de terror el que alguien se gire y se encuentre de golpe a una persona que no estaba allí, para los perros no es diferente.
2C Presentación de cambios en el entorno
Pero no solo las interacciones sociales pueden mejorarse, también la manera de afrontar cambios físicos del lugar donde vive, como nuevos muebles, reubicación de los antiguos, cambios de suelo… pueden facilitarse con una adecuada presentación de cambios del entorno.
La presentación de cambios en el entorno es la manera sistematizada y reproducible de acercar a un perro de manera segura, permitiéndole reconocerla y explorarla, a alguna modificación de su entorno físico que podría sorprenderle o dañarle debido a su dificultad para captarla con antelación.
Es muy eficaz acercar al perro tranquilo y activo hacia la novedad, con medidas de seguridad, como llevarle de la correa para limitar sus movimientos iniciales y así evitar que se sorprenda o tope con la novedad, promoviendo que la explore y conozca de manera pausada y tranquila, incluso haciendo trabajos de olfato cerca para facilitarlo.
Pero también la forma de introducir cambios en el entorno es relevante, a veces nos gusta renovar por completo nuestra casa: mobiliario, suelos ¡incluso quitar o poner alguna pared o puerta! Esto para un perro ciego puede ser algo muy intenso emocionalmente y duro de afrontar, particularmente si hablamos de un perro geriátrico que puede tener sus capacidades cognitivas algo mermadas. En personas ancianas los cambios bruscos de rutina, sobre todo los que incluyen novedades, parecen potenciar la aparición de disfunciones cognitivas propias de la vejez. En los perros no tendría porqué ser diferente.
La forma correcta de introducir cambios en el entorno es progresivamente, esperando a que el perro con disfunción sensorial los conozca y aprenda de uno en uno. Cuando esto no es posible debemos diseñar siempre un trabajo de soporte emocional, de acuerdo a lo expuesto al hablar de salud y gestión emocional, para evitar que la acumulación de novedades en su hogar genere inseguridad, sobreexcitación o malestar en el perro.
Una forma particularmente efectiva de avisar de los cambios –sobre todo de los bruscos- es marcarlos con algún olor característico que hayamos destinado a este fin, por ejemplo aroma de salvia, que pulverizaremos sistemáticamente en los lugares donde hayamos introducido un cambio, así el perro sabrá desde una distancia suficiente que algo es distinto y podrá acercarse en “modo explorador”, evitando los riesgos de golpearse, sorprenderse, desorientarse o incluso asustarse. Convertimos la situación potencialmente negativa en parte de nuestro programa de enriquecimiento ambiental. En algunas ocasiones en las que hemos realizado esta forma de marcado de las novedades, pudimos comprobar cómo los perros generaban unas expectativas muy positivas ante la posibilidad de explorarlas, prefiriéndolas en algunos casos a los trabajos de olfateo, y compensando perfectamente el riesgo de inhibición exploratoria que podría generar una discapacidad sensorial en un ambiente imprevisible.
3 Entrenamiento de desarrollo perceptivo
Adaptarse a una percepción del mundo limitada es algo que la mayoría de los perros hacen por sí mismos con gran eficacia: es habitual que quienes viven con perros que no oyen o ven tarden un tiempo en descubrir su discapacidad.
Sin embargo este proceso puede optimizarse si les ayudamos a entrenar sus capacidades olfativas y táctiles, afinándolas.
3A Trabajos de olfato
El comodín del bienestar y la felicidad canina (cuando no sepas qué hacer haz olfato), los trabajos de olfato, de diferente tipo son de gran ayuda, y todos los entrenadores medianamente competentes conocen una suficiente variedad de ellos.
3B Entrenamiento háptico
Menos conocido es el entrenamiento háptico, que, en su definición operativa, va algo más allá de lo meramente táctil, haciendo referencia a “la percepción del individuo del mundo adyacente a su cuerpo mediante el uso de su propio cuerpo” e implica un proceso ordenado de entrenamiento para que el perro sienta que su cuerpo le servirá como herramienta de conocimiento, de exploración, del mundo. Podríamos decir que lo táctil tendría una cualidad más pasiva, mientras que lo háptico es más prospectivo: no solo recibimos información al tocar algo, sino que movemos la manos a su alrededor para conocer su forma y dimensiones, lo apretamos para ver su dureza… ese es el sentido de háptico como recurso técnico: enseñar la exploración prospectiva y eficaz a través del tacto.
¿Qué cosas le podemos enseñar en un entrenamiento háptico?
Exploración de novedades: Le enseñaremos a acercarse a nuevos objetos y tocarlos con su nariz, esto puede hacerse con un olor atractivo (o una gama de olores) sumado a una superficie del objeto a explorar agradable y facilitadora, como la felpa o el cuero. Buscamos que el perro aprenda a iniciar el contacto con un objeto nuevo usando una parte sensible de su anatomía, que le garantice actuar con cuidado y recoger suficiente información de detalle sobre dicho objeto (es estable o inestable, qué tamaño tiene…), permitiéndole una interacción con él afinada y segura.
Primer contacto social: El objetivo es el mismo que la exploración de novedades, pero referido a interactuar con sujetos sociales como perros o personas. Aquí tendremos dos frentes de actuación:
- Ofrecer un primer contacto social táctil: El perro explorará a una nueva persona o perro, después de ser avisado de su presencia según se indicaba en el punto anterior, usando su olfato. Si desea iniciar un contacto social táctil con dicha persona es óptimo enseñarle a tocarle con los laterales de su cara, lo que (1) da continuidad natural al olfateo, (2) impide que el perro sea demasiado brusco o (3) poco claro en sus intenciones. Para entrenarlo le daremos suficiente volumen al siguiente ejercicio: una persona querida le deja al perro sus manos a oler y tras hacerlo le acaricia los laterales de la cara, cuando el perro está disfrutando de las caricias puede interrumpirlas brevemente para que el perro le reclame continuar tocándole la mano con la cara. Cuando lo hace continúan las caricias. Debe señalarse que a algunos perros no les gusta esta forma de primer contacto o les cuesta aprenderla, si es así pueden buscarse alternativas como que el perro toque con su cuerpo a la persona o apoye su cabeza sobre ella, son contactos menos sutiles y afinados, pero si el perro los prefiere son los adecuados.
- Recibir un primer contacto social táctil: Aquí debemos elegir una zona del perro que no resulte muy sensible como primer lugar para ser tocado con suavidad al iniciar un contacto social, lo que se hará después de que él ofrezca un primer contacto. Así un perro que no puede ver, tras escuchar a una nueva persona, olerla y ofrecerle una interacción amigable sabrá dónde será tocado inicialmente. Esto es importante para su seguridad emocional, pues un contacto tosco y/o en un lugar inadecuado es algo muy incómodo para cualquier perro, pero aún más para los que no pueden verlo venir.
Equilibrio y desplazamiento seguro: También enseñaremos al perro a caminar sobre diferentes tipos de suelos preparando actividades de “avanza y resuelve”, en las que obtendrá comida por ir avanzando voluntaria y tranquilamente sobre ellos. Tiene una importancia particular enseñar a los perros que no ven a afrontar y gestionar superficies inestables, aprendiendo a equilibrarse sobre ellas o a valorar cuándo el desequilibrio es tan pronunciado que no conviene intentar pasar sobre ellas.
Entrenamiento sensorial: Los sentidos pueden afinarse, algo muy interesante con el tacto si el perro tiene una discapacidad visual, auditiva o ambas (algo, recordemos, no infrecuente durante la vejez). Para lograrlo enseñaremos, por ejemplo, diferentes contactos con nuestra mano como señales de entrenamiento, en particular es muy eficaz que tocar al perro en una misma parte de su cuerpo tenga significados diferentes según el nivel de presión o movilidad de nuestra mano: usando la diferencia de presión podríamos hacer que un contacto suave en el lateral significara tumbarse, uno algo más firme sentarse y un tercero con mayor firmeza ponerse de pie, o bien, usando cambios de movilidad, la mano quieta puede ser la señal para tumbarse, si movemos la muñeca y le damos unos centímetros de movilidad hacia un lado sentarse, mien- tras que cerrarla y abrirla apoyada en el mismo lugar puede significar ponerse de pie. Existen cientos de posibilidades que afinan el tacto del perro, mejorando su capacidad háptica para relacionarse y entender su mundo a través de ella.
Modificado, con permiso del autor (que para eso soy yo) de Los perros necesitan LIBERTAD Libro I Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros, Dogalia 2018